El filósofo escocés David Hume escribió: 'la
costumbre constituye la guía fundamental de la vida humana'.
Efectivamente, el conocimiento de las costumbres supone una guía
importante para comprender el alma de un país y de sus gentes. En la
vida en Sofía y en las clases en Lenyka intento seguir devorando cada
día la cultura búlgara para cada noche intentar ofrecer una panorámica de las costumbres
nacionales del país del yogourt. Cómo se desposan sus habitantes, cómo celebran las familias
sus fiestas o las ocasiones festivas, qué comen, cómo se relacionan,
cómo se divierten, etc. Las dudas de mi siempre inquieta e
incompleta mente, se versaban desde hace unos días en la celebración del
matrimonio en la cultura de los balcanes, y hoy no he dejado la
oportunidad de preguntar. La
edad media de las mujeres al casarse está entre los 18 y 25 años y, en
el caso de los hombres, algo más tarde. Una boda por la iglesia a menudo
sigue a una ceremonia civil legal, para después celebrar una gran
recepción por la tarde, que normalmente consta de música y bailes
folclóricos. Las tradiciones de las bodas incluyen cosas que me han
dejado boquiabierto. Tales como una novia llena de dinero colgado en su
vestido en señal de la prosperidad futura, la obligación del novio
de cantar una serenata a su futura esposa en casa de ésta, tirar
ambos de una barra de pan —el que consiga el trozo más grande será el
jefe de la familia—, o calzar a la novia su zapato y ajustarlo con billetes hasta que éste le venga como anillo al dedo.
Cuando
pude cerrar la boca después de todo lo escuchado sobre la tradición
búlgara respecto al matrimonio, traté de cambiar de tema rápidamente
para no imaginarme toda esta parafernalia que termina con la madre de la
novia bailando con un pollo troceado que va ofreciendo a los invitados.
Subrreal pero cierto. Y según dicen... super divertido, agradable,
familiar... y como casi siempre en Bulgaria... diferente y delicioso.
Sacando
punta al adjetivo delicioso, que en tantas ocasiones utilizamos desde
nuestra llegada a Sofía, una alumna me ha hablado de la sopa "tarator"
que no pasará de mañana sin que la pruebe. Es una sopa fría hecha a base de pepino fresco y yogur natural, aunque se le añade también ajo, vinagre, aceite y eneldo y que tiene mejor pinta que el desnudo de Elsa Pataki en la película que da título a la entrada de hoy.
En
cuanto a los alumnos de Lenyka, donde tengo que reconocer que estoy
feliz, hoy hemos conocido a dos de especial interés. Uno es Ángel,
presentador del telediario en la televisión nacional de Bulgaria. Para
que todos os hagais una idea, y aunque mucho más joven, es el Matías
Prats de aquí. La otra alumna es Natalia, una chica cuyo atrevimiento y
fuerza vital le hace viajar a innumerables lugares por todo el mundo sin
pagar una sola leva. Su próximo destino... España, y en su cabeza ya ronda
la idea de bajar desde Madrid a Sevilla "haciendo dedo". Le he deseado la
suerte de que pueda visitar la feria y no la comisaría de policía de Sevilla. Como me lea me va a matar!!!
Y yo sigo aquí,
como cada noche, releyendo las cosas que me gustan, escuchando algo de
Joaquín o Pereza, maquinando el día de mañana y absorto en mi habitación
escribiendo todo aquello que aquí, en Sofía, nos ha deparado el día de
hoy. Como mi hermano siempre me dice, en su cita favorita de A. Lincoln
"Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años". Nunca... el ejemplo de Ninette
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