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martes, 2 de abril de 2013

Día 10 en Sofía "Ninette"

El filósofo escocés David Hume escribió: 'la costumbre constituye la guía fundamental de la vida humana'. Efectivamente, el conocimiento de las costumbres supone una guía importante para comprender el alma de un país y de sus gentes. En la vida en Sofía y en las clases en Lenyka intento seguir devorando cada día la cultura búlgara para cada noche intentar ofrecer una panorámica de las costumbres nacionales del país del yogourt. Cómo se desposan sus habitantes, cómo celebran las familias sus fiestas o las ocasiones festivas, qué comen, cómo se relacionan, cómo se divierten, etc. Las dudas de mi siempre inquieta e incompleta mente, se versaban desde hace unos días en la celebración del matrimonio en la cultura de los balcanes, y hoy no he dejado la oportunidad de preguntar. La edad media de las mujeres al casarse está entre los 18 y 25 años y, en el caso de los hombres, algo más tarde. Una boda por la iglesia a menudo sigue a una ceremonia civil legal, para después celebrar una gran recepción por la tarde, que normalmente consta de música y bailes folclóricos. Las tradiciones de las bodas incluyen cosas que me han dejado boquiabierto. Tales como una novia llena de dinero colgado en su vestido en señal de la prosperidad futura, la obligación del novio de cantar una serenata  a su futura esposa en casa de ésta, tirar ambos de una barra de pan —el que consiga el trozo más grande será el jefe de la familia—, o calzar a la novia su zapato y ajustarlo con billetes hasta que éste le venga como anillo al dedo.

Cuando pude cerrar la boca después de todo lo escuchado sobre la tradición búlgara respecto al matrimonio, traté de cambiar de tema rápidamente para no imaginarme toda esta parafernalia que termina con la madre de la novia bailando con un pollo troceado que va ofreciendo a los invitados. Subrreal pero cierto. Y según dicen... super divertido, agradable, familiar... y como casi siempre en Bulgaria... diferente y delicioso.

 

Sacando punta al adjetivo delicioso, que en tantas ocasiones utilizamos desde nuestra llegada a Sofía, una alumna me ha hablado de la sopa "tarator" que no pasará de mañana sin que la pruebe. Es una sopa fría hecha a base de pepino fresco y yogur natural, aunque se le añade también ajo, vinagre, aceite y eneldo y que tiene mejor pinta que el desnudo de Elsa Pataki en la película que da título a la entrada de hoy.

En cuanto a los alumnos de Lenyka, donde tengo que reconocer que estoy feliz, hoy hemos conocido a dos de especial interés. Uno es Ángel, presentador del telediario en la televisión nacional de Bulgaria. Para que todos os hagais una idea, y aunque mucho más joven, es el Matías Prats de aquí. La otra alumna es Natalia, una chica cuyo atrevimiento y fuerza vital le hace viajar a innumerables lugares por todo el mundo sin pagar una sola leva. Su próximo destino... España, y en su cabeza ya ronda la idea de bajar desde Madrid a Sevilla "haciendo dedo". Le he deseado la suerte de que pueda visitar la feria y no la comisaría de policía de Sevilla. Como me lea me va a matar!!!

Y yo sigo aquí, como cada noche, releyendo las cosas que me gustan, escuchando algo de Joaquín o Pereza, maquinando el día de mañana y absorto en mi habitación escribiendo todo aquello que aquí, en Sofía, nos ha deparado el día de hoy.  Como mi hermano siempre me dice, en su cita favorita de A. Lincoln
"Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años". Nunca... el ejemplo de Ninette

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