Día 46 en Sofía "los pastores no son hombres... que son ángeles del cielo"

 

 

Con la triste noticia del fallecimiento de mi abuelo esta misma tarde, que mi padre mismo me comunicaba, el resto de lo ocurrido hoy en Sofía, ha pasado a un discreto segundo plano. Siempre nos empeñamos en que esas personas mayores que nos quieren de forma incondicional, que tienen tanta vida a sus espaldas, que nos admiran tanto y a las que admiramos tanto, nunca van a desaparecer. Se ponen enfermos, mejoran, recaen, y milagrosamente, de nuevo vuelven, y aunque se apagan poco a poco, el prisma de nuestros ojos únicamente ve que aún siguen existiendo. Hasta que un día, al que tachamos de "de repente", esa existencia terrenal culmina, y es entonces, cuando sí que nos percatamos, de que nuestros mayores, en algún momento de nuestros vidas, se van.

Leonardo Da Vinci decía  "Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte". Sin duda, la muerte de mi abuelo, en su casa, cerca de mi abuela, sus hijos, sus nueras y nietos, es el efecto de una vida bien usada. Desde pequeño siempre he escuchado aquella historia en la que él y mi abuela salieron en burro desde Nueva Carteya. Tiempos difíciles que ella, entre risas y lágrimas, siempre le gusta recordar.

Inquieto como mi tío Fali, noble como mi padre, vivo, genuino e inventor y de buenas siestas como mi tío Alfredo e inteligente y concienzudo como mi tía Bárbara. Así era mi abuelo. Una persona tenaz, perseverante y enérgica que desde joven intentó siempre que en casa no faltase ni la comida ni la educación. Prueba y orgullo de ello es todos cuantos formamos esta familia a partir del que hasta hoy fuese su referente. Son tantos los recuerdos que hoy se reúnen en mi palacio de la memoria... Numerosos días, momentos, ilusiones, risas, anécdotas, charlas y convivencias que preferiría no tener que decantarme por una, porque estaría haciendo un feo a las demás. Lo positivo y curioso de todo, es que en la mayoría... sólo recuerdo sonrisas, abrazos, humildad, consejos, familia y protección, y todo ésto, como decía Da Vinci, otro inventor como mi abuelo, te hace merecedor del mérito a una vida bien usada.

Las muestras de afecto y cariño de tantos amigos, familiares, conocidos y vecinos no han faltado en todo el día. Estar fuera de tu casa, y sin la posibilidad de volver en un pis-pas, para mí, ha tenido hoy la inmensa desventaja de hacerme sentir la imposibilidad de abrazar a mi abuela y a mi padre. Pero éste último, sabio, creyente y poseedor de una incalculable bondad, me ha escrito "recuérdalo en vida como fue, un hombre justo, y Dios, tendrá en cuenta eso". Así me fui a la iglesia más cercana, encendí una vela y me senté un rato a rezar, a recordar esos trozos de vida felices y esas heroicidades, que siempre quedan como nuestro más preciado tesoro de quienes nos anteceden.

Aquí, a muchos kilómetros de Rafael Onieva número 8, tambien he sentido enormes muestras de cariño. El abrazo de mis compañeros de piso, los muchos mensajes de móvil, y el apoyo de personas a las que conozco de hace muy poco tiempo y a las que les ha faltado un minuto para estar a mi lado. Y eso, me enorgullece, que viviendo en un pais extraño y en una ciudad de la que hace mes y medio no sabía nada, hoy, haya gente que se ha preocupado en venir a ver como estoy, animarme y con un español aún en aprendizaje, ser capaces de expresarme lo mejor de si mismas. Un buen "geromo" debe de tener amigos siempre, porque la vida sin ellos, resulta muchísimo más triste.

Me daba el pésame Fran y Antonio, los hijos de Luis, el dueño del bar de la esquina que siempre frecuentaba mi abuelo. Parece que lo estoy viendo, sentado ahora mismo allí, con sus pies cruzados y su bastón entre medias "¿donde vas niño, y tu pae?" "Venga vamos ya a ver a la abuela que estará dando voces que son las dos"...

En fin... descansa en paz abuelo. Acuérdate de nosotros allí y échanos un ojo protector siempre. Desde aquí, aunque muy cerca hoy de Baena, envío el más sentido de los abrazos para mi padre, mi madre, mi abuela, mi tita Bárbara, muchacho, los niños, primos Fali, Cristi, Alfredo y Laura, Tito Fali (que estará al llegar), tita Angela, Tita Isabel y Tito Alfredo, a Castro Martínez, que tambien me ha dicho que estaba por allí, y al chaché Pepe, al que tambien aprecio mucho y de quien igualmente me he acordado hoy.

Con mi hermano, otro expatriado luchador e inconformista,  ya he hablado. No necesitamos muchas palabras para expresarnos y entendernos. Buen viaje mañana Alfre y abraza fuerte a papá.

Terminando ésta, la página más triste de mi blog, estoy en mi habitación, absorto y es ahora, cuando si tuviera que elegir un recuerdo... y uno de los que creo que para todos es cada año la firma de que el abuelo estaba con nosotros, sería cada navidad su villancico del romero. Hasta siempre y gracias...