Cuando un grupo de dioses griegos, Zeus, Baco, Afrodita y Hera, deciden bajar
al mundo terrenal para jugar con los seres humanos, se produce un tremendo KO tan insalvable como ver a 6 andaluces sanotes, machotes y fuertes asistiendo a su primera clase de búlgaro a las 9 de la mañana de un día más áspero que el humor de Hristo Mejide. Una clase que ha resumido en pocas palabras Eloy con su "anda hijo que toi pegao". Ni somos dioses, ni somos bilingües, ni tenemos la más remota idea de un idioma tan sumamente complicado como el búlgaro. Declima del cirílico, lo que hace que para nada podamos comparar su grafía con el castellano, relacionado estréchamente al latín. No sabeis que sensación de impotencia y de curiosidad produce ver una palabra totalmente nueva y conocer su pronunciación y su significado que ni mirándolas fijamente durante días podría haber adivinado.
Cuatro horas después, hemos comido por primera vez en un restaurante "sofiano". Los seis "guiris" con la cabeza cual tambor abatanado tras las clases, nos hemos plantado en un restaurante donde sabíamos que меню significaba menú e ibamos a comer "говеждо месо супа - месо с боб - Салата", ni idea!!!. Resultó ser una buenísima sopa de carne, una especie de flamenquines con habitas y tomate y una tremenda ensalada con tomate, pepino, pimiento y yogurt que estaba para repetir... precio?? 8 levas, unos 4 euros. Sofía mola!!!.
La tarde, y para derretir el atracón búlgaro tras un postre a base de yogurt, la hemos dedicado a pasear. A oler, a bichear, a jugar por sus calles, con sus sensaciones, con sus gentes, con sus personajes... Observar sin ser observado... que grande esta sensación!!!... venir aqui, como que bajaran aquellos dioses, fue una confusión... de momento... divina confusión.
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