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sábado, 8 de junio de 2013

Penúltima semana en Sofía "la gran semana"

No importa cuál es el problema, la situación financiera,  la historia o dificultad a tu alrededor – deja que te rodee. Es una circunstancia. Está a tu alrededor pero no tiene por qué controlar o determinar tu clima interno. Nuestro clima interno proviene de nuestro estado de ánimo y del estado de nuestro corazón.
"Toda el agua del mundo puede estar rodeándonos pero siempre podemos flotar en su superfície. El océano nos lleva a la superfície a medida que nos soltamos y nos relajamos.  Suéltate y déjate flotar y sostener por el cálido océano de la vida." Eleanor Roosevelt.

Lunes, martes y miércoles no importó nada. Todo quedó en segundo plano. Sólo nosotros, esta ciudad, y las muchas ganas que teníamos de abrazarnos, de vernos, de hablar, y de sentirnos el uno cerca del otro. La espera se alargó aún más ya que no pude ir a recibir a mi hermano al aeropuerto por temas de trabajo, así que cuando volvía de la empresa andaba por las calles absorto, acalorado y cada vez más rápido para verle cuánto antes. Y por fin estaba en Gladstone 51, delante de la puerta de mi apartamento, sabiendo que él estaba arriba, en mi habitación, descansando un poco tras tantas horas de viaje. Inevitable gritar, lo llamé por la ventana, para verle, y después, apresuradamente subí las escaleras casi de dos en dos... y entonces sí, nos dimos ese intenso abrazo, ese "él y yo" después de seis largos meses, y en ese instante tan nuestro, todo desapareció a nuestro alrededor. Éramos ciudadanos del mundo, no teníamos Estado, simplemente un lugar intermedio en los balcanes donde habíamos decidido citarnos. Maravilloso!!!.

Sin duda ha sido la semana más intensa, la más viva y la más significativa de todas las que llevo en Sofía. Recibir a mi hermano, andar con él por toda la ciudad, enseñarle lo más importante, hablar, pensar y observar las cosas juntos... no tiene precio. 


El miércoles celebramos la feria de Córdoba en la academia Lenyka. Las chicas con su pantalón vaquero, su camiseta blanca y sus pendientes, collares y flores, al más propio estilo de unas auténticas cordobesas. Música de sevillanas acompañada de un buen vino búlgaro, banitsa, picaillo y tortilla de papas. Una mezcla hispano búlgara que resultó ser de lo más peculiar y nos hizo pasar una tarde maravillosa en la que sólo faltó un poquito de albero en el suelo. Fantástico!!!  

En un momento de esta celebración, nuestro carismático alumno Valentín, nos hizo entrega a Cobo y a mi de la medalla de la amistad búlgara. Todo un detallazo que nos hizo emocionarnos, y es que todos los días no le cuelgan a uno una medalla con tanta alegría, intención y sentimiento. Muchas gracias.

Antes de que Alfre partiera el jueves, nos acercamos hasta un curioso mercado de antigüedades que hay justo al lado de la catedral A. Nevski. En él se pueden encontrar todo tipo de elementos a la venta con más de 50 años de edad. Medalla nazis, cascos de la segunda guerra mundial, mascarillas anti-gas, pin y chapas de las CCP, gorros y sombreros militares de la URSS, brújulas, monedas, sellos, pipas para fumar, camisetas, cámaras fotográficas... y un largo etcétera que hace que de este mercado un lugar imprescindible para todo el que se acerque a esta ciudad.

La marcha de Alfre resultó extraña. Ambos supimos que llegaba la hora. Evitamos hablar de cuando nos volveríamos a ver, porque tenemos claro lo absurdo que es tratar de adelantarse al tiempo. Ahora somos ciudadanos del mundo, y quien sabe, donde y cuando, nos encontraremos. Lo importante de nuestra relación, es que somos hermanos, y no sólo por ser hijos de los mismos padres, si no porque además profesamos ese amor único que sienten las personas que de verdad se quieren y se necesitan. Como dicen los aficionados del Córdoba... "volveremos"

Tras tantas emociones, ayer por la tarde cogí mi mochila y me adelanté rumbo a Veliko Tarnovo. Necesitaba viajar solo. Sentir sin sentir. Observar, y sobretodo captar. Mi Nikon D60 y yo nos pusimos en camino. Veliko Tarnovo (en búlgaro Велико Търново, traducido palabra por palabra el "Gran Tarnovo") es el centro cultural del norte de Bulgaria. Situado 250 km de Sofía y a orillas del río Yantra. La ciudad fue fundada por los tracios y en la época de mayor esplendor del Imperio Búlgaro, en la alta edad media, fue la capital del país. Fue aquí donde el zar Ferdinand declaró la independencia de todos los territorios búlgaros el 5 de octubre de 1908.

Los principales atractivos turísticos de la ciudad son:
  • Casa del monito: Es un edificio construido en 1849 por el arquitecto local Kolyo Ficheto. Recibe su nombre de una pequeña estatua de un mono en la fachada.
  • Iglesia de los Santos Kiril i Metodii: Construida en 1860 por Kolyo Ficheto.
  • Iglesia de Sveti Nikola: Diseñada por Kolyo Ficheto destaca por su iconostasio de la escuela de Tryavna.
  • Bazar de Samovodska Charshiya: Bazar situado en el parte antigua de la ciudad.
  • Monumento Asenid: Monmuento erigido en 1985 para celebrar la fundación del reino búlgaro en 1185. La estatua representa a cuatro reyes búlgaros: Asen, Petur, Ivan Asen y Kaloyan.
  • Casa Sarfkina: Casa señorial del siglo XIX.
  • Museo del resurgimiento nacional y la Asamblea Constituyente: Edificio realizado por Kolyo Ficheto que albergó el primer parlamento de Bulgaria tras la liberación otomana.
  • Museo de la Historia Moderna: Museo dedicado a las guerras balcánicas y a la primera Guerra Mundial  
Mención especial merece Tsarevets. Situada sobre una colina con el mismo nombre. Durante el Segundo Imperio se convirtió en la principal fortaleza y el baluarte más fuerte desde 1185 hasta 1393, encontrándose allí el palacio real y patriarcal. Visitarlo es una experiencia maravillosa, para los sentidos y para los pies, ya que hay que andar seis kilómetros ida y seis vuelta. Ánimo. Con pan y sprite se anda el camino, si no bebes vino. 

Y como olvidar el barrio de Asenova. Era el lugar de artesanos y sacerdotes que vivían al lado de la fortaleza de Tsarеvets. En 1913 el barrio quedó abandonado tras un terremoto que destruyó gran parte del barrio.

Han sido dos días hermosos a la vez que agotadores. Una semana inmensa. Radiante. Vivencias y aclaraciones que hacen que la vida mantenga intacta su chispa. Personas, momentos e inquietudes que nos dan a las personas la seguridad necesaria para ser nosotros mismos. Esta tarde, en el bus, irradié emoción, me sonreía a la vez que casi lloraba. Recordaba los días malos, aquellos en que prácticamente era un mundo viajar, salir, hacer una vida normal. Recordé a mi abuelo, a mis padres, a mi hermano... y sentí lo bello de vivir. Lo importante que es, como decía mi amigo David Arévalo, cruzar fronteras. Salir sin salir, sin nunca dejar de conocer. Abrir los ojos, respirar, y darte cuenta de que la máxima expresión del ser humano no tiene un modelo específico, sino que somos nosotros mismos quien nos marcamos nuestras metas. "La gran semana"






1 comentario:

  1. Hola,
    Solo decirte que me han emocionado mucho tus palabras y tu forma de contar las cosas. Muy bonita tu forma de sentir.
    Una cordobesa en Bélgica.

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